jueves, 20 de noviembre de 2008

Dia de la Soberanía Nacional

Hace 163 años tenía lugar un hecho singular a orillas del Río Paraná, testigo del primer enarbolamiento de nuestra bandera y del Combate de San Lorenzo.

Fue una batalla desigual, un grupo de gauchos dirigidos por el General Lucio Mansilla contra la flota combinada de dos potencias que pretendían entrar por la fuerza en nuestros ríos.

El jefe de la defensa fue un funcionario atípico, participó en la defensa de Buenos Aires durante las Invasiones Inglesas, en las guerras de Independencia, en la Guerra contra el Brasil, fue jefe de Policía. Su intachable foja de servicios le permitió regresar al país años después de la caída de Rosas a pesar de ser su cuñado y de haber dirigido a las tropas rosistas en Caseros.

La mayoría de sus mal armados hombres no eran militares de carrera, tampoco fueron movidos por un plan trabajar o un choripan y una cerveza. Solamente fueron dignos hijos de quienes pelearon a las órdenes de Belgrano y San Martín.

La flota pasó igual, pero con cuantiosos daños, y no logró su objetivo de establecer el comercio en la región debido a la hostilidad local.

Como dijo San Martín en una carta a Rosas: "Los interventores habrían visto que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que el de abrir la boca"

En el lugar del combate quedaron las cadenas extendidas por los defensores, formando parte de un monumento.

Pero ahora cualquiera entra por el Paraná: marines yanquis de maniobras no autorizadas por el Congreso, cargueros que se llevan el agua dulce...

Por si esto fuera poco, la infraestructura de nuestra nación fue vendida a empresas extranjeras que las vaciaron. En caso de guerra, con solo bajar una palanca, quedamos indefensos.

Quienes debieron volver a tender cadenas que impidan la violación de nuestra soberanía, permitieron que con un poco de tinta se pierda lo que se ganó con mucha sangre.